El 13 de marzo a las 19 inaugura una muestra hermosa la gran
Luciana Massarino en el querido
Studio 488: Timeline. Lu me volvió a dar la alegría de hacer algo juntas invitándome a escribir el texto curatorial.
"Buenos Aires, marzo 2015
La romántica idea de imaginar que
en el instante que todo se pulverice lo que quede sean solo imágenes... Imágenes
que nos hacen eternos frente a la mirada de otros pero sobre todo nos hacen
inmensos en nuestra perspectiva: a cada instante algo se pulveriza, a cada
instante esa imagen lo reconstruye y nos invita a reconstruirnos.
Observadores, protagonistas,
testigos y testimonios conjugándonos a nosotros mismos porque cada uno de esos
roles somos nosotros mismos.
Hay en esta situación una especie
de manual de supervivencia que hace a la
historia de la humanidad, a esa historia que se entrega completa e
incondicional frente a los anónimos que honran el milagro y saben que, aún a
años luz, lo que trascenderá será una belleza divina.
Una belleza divina que se traduce
en lo que nos moviliza. La belleza del movimiento y de sentirlo cuando
decidimos registrar momentos, caras, lugares. Hay allí un despertar consciente,
algo que sutil o brutalmente nos cambia, y aunque el mundo siga siendo el mismo
mundo, para nosotros ya no será igual porque hubo un llamado de atención que
ameritó ser eternizado.
Siguiendo con el romanticismo -
genuino, seductor y fatal - es un acto superior y de profundo sentimiento
reconocer cuando el amor decide habitarnos y nos hace palpitar frente a esas
personas y a esos espacios en un determinado tiempo que, generosamente, deja de
ser relativo para elevar su forma de ilusión a la de un recuerdo inolvidable.
No estamos en un mundo donde
podamos permanecer igual, tampoco venimos a eso porque hasta el instinto más
primitivo se alimenta de la creación y la recreación.
Cerrar los ojos nos lleva a
planos negros estrellados, abrirlos de repente nos encandila de blanco con
destellos memoriosos. En la unión de estas visiones está la existencia que
acepta la distancia como un estado mental, que no exige una claridad exacta y
que nos permite pintar las saudades con una nubosidad variable que es
inevitable, incómoda, pero que también pasará.
A la oscuridad, luz. Al llegar,
irse. Al inicio, fin. A la pulverización, imágenes. A todo, viceversa.
Vivimos en un realismo del que no
podemos escapar pero que como bálsamo embriagante nos abraza con la
inteligencia emocional de quienes saben hacerle el amor a la historia
registrándola y compartiéndola, a esa historia de anónimos que batalla por los
milagros y la belleza divina.
Por todo esto, el recorrido que
Luciana Massarino nos invita a hacer a través de sus fotos, un recorrido que le
es propio, no nos pasa tan lejos y nos alcanza como reflejos.
En definitiva todos queremos ser
eternos en la mirada de algún otro.
Barb Pistoia"