martes, 24 de febrero de 2015

Histeria



Walking gun de Laurie Simmons


Con la cabeza abajo del chorro de agua fría.
Con tu mirada en mi sien y tus pensamientos en mi nuca.
Con tus manos en mis tetas y tu boca en el hombro izquierdo.
Con tus palabras adecuadas en una oreja y las frases suaves en la otra.
Con tus rodillas haciendo juego en las mías, tu sexo en mi cadera pero también en mi paladar.
Con tu misterio en mi estómago, tu humor en mi entrepierna y tu lengua en mi atmósfera.
Agarré el lanzallamas, liberé al halcón y escupí al cielo.
Hay una aurora boreal que parece todo poder y me arma a cada acercamiento, me empuja a cada lugar en el que tardé en llegar y cuando llego se vuelve profunda caída en un azul grave.
Me ahogo.
No siempre te veo.
Todo pareciera irse de nuevo, otra vez más movimiento.
Ahora sí, estás.
Me asombra el azar o que hayamos perdido la cuenta y forzado estar en una misma línea de fuego.
Estamos como quién espera algo.
No te voy a esperar, me acomodo y busco respirar hondo.
De nuevo te pierdo en el azul.
No entro en pánico.
Algo dejé para cada noche tuya, para ese momento anterior a que apagues la última luz.
Ese detalle te sorprende.
Quiero que me dediques el final.
Esa sutileza que nos convidamos se vuelve mal.
Somos vulnerables al animal del otro, somos vulnerables a nosotros y no es algo que desconocemos.
Estamos enfermos.
Encantadores y seductores, conciencia suprema de lo que a esta hostilidad podemos dar.
Sos un enfermo, me encantás.
Por eso te encanto.
Estamos como quién desea.
El deseo nos mueve, no nos mata, no nos libera.
Me pregunto entonces si realmente estás.
Especulo el gemido mientras recibo tu aullido.
Desde ya que estás, es claro que estás.
Está sonando tu poderoso estar.
Te gusto y me vas a dar un beso que va a ser nocivo en el primer despertar después.
La rareza de "el día después".
Todos los días después de algo son raros, si se trata de nosotros además será un problema.
¿Estás?
Sí.
Hermoso todo con vos.
Tremendo, inquieto y nauseabundo.
¿Hasta dónde es seducción y cuándo nace el narcisismo si se demora en cortar la carne?
No siempre te veo porque muchas veces en tu sí no estás.
Me desapegué del verbo esperar pero juego un cadáver exquisito con todo lo que no te digo.
Hay un clima sensacional.
Abro la canilla y empiezo otra vez.
Con la cabeza abajo del chorro de agua fría, me mojo hasta disolverlo todo.
Vos, domador. Yo, también.
El miedo nos tendrá que dejar pasar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario