sábado, 23 de febrero de 2013

Codex Seraphinianus de Luigi Serafini

 "Codex Seraphinianus: el libro de lo imposible.

Uno de los libros prohibidos más extraños del siglo XX es el Codex Seraphinianus, compuesto por el artista italiano Luigi Serafini; una especie de enciclopedia visual sobre un mundo enigmático, desconocido, escrito en una lengua intraducible.

Las 360 páginas del Codex Seraphinianus fueron compuestas a lo largo de treinta meses extenuantes, entre 1976 y 1978. El libro se divide en dos secciones y once capítulos. La primera parte parece brindar detalles sobre la flora, fauna y física de un planeta desconocido. La segunda narra la historia de su pueblo.

Una mirada despojada de incentivos esotéricos objeta el carácter sobrenatural del libro, señalando que sus imágenes son una suerte de revisionismo surrealista de nuestro propio mundo. No obstante, las imágenes de Codex Seraphinianus son demasiado extrañas para incluirlas en un estilo determinado; son, en toda regla, una visión inquietante de aquello que no tiene sentido, y que a causa de eso tal vez podría existir en algún rincón inaccesible del universo.

Mapas insólitos, geografías imposibles, máquinas orgánicas unidas por filamentos que parecen tentáculos, rostros semihumanos de rasgos bestiales; todo ello es parte intrínseca del Codex Seraphinianus. Su escritura, por cierto, es aún más extraña. Parece seguir algún viejo sistema semita, por el cual algunas letras solo aparecen al principio o al final de determinadas palabras. El idioma del Codex Seraphinianus, si cabe llamarlo de ese modo, ha desafiado los intentos de los mejores lingüistas del mundo, entre ellos Allan Wechler e Iván Derzhanski, quienes afirman haber roto el código secreto en la numeración de páginas.

En un concilio de la Sociedad de Bibliófilos de la Universidad de Oxford celebrada en 2009, Luigi Serafini afirmó que no hay un significado oculto en el Codex Seraphinianus; y aún más, que su escritura le fue sugerida desde afuera, es decir, una suerte de escritura automática. En otros foros Serafini sostuvo que su intención era regalarle al lector las mismas sensaciones de un niño que aún no sabe leer frente a un libro común y corriente.

Sea cual sea el origen del Codex Seraphinianus, una obra dictada por esferas ignotas o la creación artística de un genio subliminal, el libro roza las fronteras de lo extraño y lo macabro con toda la potencia de los viejos arcanos. Lo grotesco y lo perturbador se entrelazan con visiones de gracias y belleza, de un modo que podríamos calificarlo como una Oda al Caos, una valoración de lo inarmónico, una glorificación de lo incomprensible.

Sin haber tenido la ocasión de observar de primera mano el libro, sospecho que el Codex Seraphinianus podría describirse como una tentativa de racionalizar lo imposible."
Fuente El Espejo Gótico













viernes, 22 de febrero de 2013

jueves, 21 de febrero de 2013

Nan Goldin

“En mi familia de amigos está el deseo de intimidad de una familia de sangre, pero también el deseo de algo más abierto. Los roles no están tan definidos. Son relaciones largas. La gente se va y vuelve, pero esas separaciones no rompen la intimidad. Estamos unidos no por la sangre ni por un lugar, sino por una moral parecida, por la necesidad de vivir a pleno y en presente, por una desconfianza hacia el futuro, un respeto parecido por la honestidad, la necesidad de franquear límites y una historia común”
Nan Goldin y una declaración de su parte que entiendo define perfecto su fotografía, su carrera, sus altibajos, sus borrones y cuentas nuevas. También claro sus crisis editoriales y como las editoriales le generaban más y más crisis desde su perspectiva. Pero en definitiva los monstruos siempre terminan creciendo... y ganando.


"Creo que  nunca perdere a alguien si lo fotografió lo suficiente, de hecho mis fotografías muestran cuanto he perdido"












miércoles, 20 de febrero de 2013

Amor y verano

amor y verano en una ilustración de Jack Potter muy Jean Luc Godard

Jack Potter

Ryan McGinley

Autorretrato, 1998
Ryan McGinleyc es el artista que llegó más joven a las grandes ligas de los museos neoyorkinos. Nacido el 17 de octubre de 1977 (vaya día, compañero Mc!), a los 26 tuvo su primera muestra individual en el Museo Whitney de Nueva York. Para ese entonces ya hacía un par de años que había editado su primer libro, The kids were alright, con una edición limitada y fotos seleccionadas especialmente para ser enviado a los fotógrafos que admiraba.
  
Sus puntos de partida son los mismos que los de su generación más íntima y cercana: skaters, graffitis, suburbios de ciudades y emocionales, los rituales, el ocultismo, la amistad como familia, lo salvaje, el uso del cuerpo incluso más allá de la desnudez, la experimentación teniendo al cuerpo y sus fluidos como grandes protagonistas, el riesgo constante - en carne propia, en la búsqueda creativa, en el relato fotográfico -, la no repetición de fórmulas, el juego, los extremos y la naturaleza aún en el centro de las ciudades presentada a través de la presencia y el simbolismo del instinto. 

Hermanado a Dash Snow, junto a Dan Colen, es imposible no ver la transmutación profunda que da su obra post muerte de Snow, no como un despegar sino como una necesidad de limpiar, sanar, dándole a todos esos mismos puntos de partida - que siguen siendo el espíritu de sus imágenes - una revancha, una nueva mirada. La eterna lucha de la luz y la oscuridad en la que nunca gana definitivamente un parte, es la propia vida la que va dándole más poder a una o a otra. Si hay algo de madurez en esto, él supo como plasmarlo mostrando porqué siempre fue la pata alquímica de esa "santísima trinidad".

Ryan McGinley, Dash Snow & Dan-Colen