Mostrando entradas con la etiqueta Diarios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Diarios. Mostrar todas las entradas

miércoles, 15 de noviembre de 2017

los diarios de Anaïs Nin son de carne, tan carne, que parecen propios

"Sensaciones amorosas. Rocío sobre las hojas, el susurro de todas las cosas que vuelven a la vida. Nada hay en el mundo como fundirse y entregarse. Cada vez que entrego una parte de mi ser, renuncio a una idea, acepto, me sacrifico por Henry, acepto al Otro, es como si se rompiera la inflexible cadena del Ego. Cuando descubro que la historia de la puta que conoció es cierta, le doy un beso. Me entrego, me rindo continuamente: mi ego, mis celos, mis quejas, mi egoísmo. Cada vez que me fundo, algo le ocurre a mi feminidad, a mi ser femenino. Cada oleada de sentimientos, de generosidad, aporta un extraño florecimiento. Soy feliz de una manera divina, no humana, como si esto fuera una religión, no un amor corriente, siempre mayor que yo"
"Cuando escribo me como mi neurosis. Escribo gracias a mi neurosis. Por eso, para mí, el proceso creador es triste. Preferiría ser una camarera de cabaret y bailar jazz hasta morir".
"Henry se niega siempre a complacerme, es algo instintivo en él. Me limita. Se afirma a sí mismo exactamente igual que hacía Eduardo cuando decía «No». Si quiero encender el fuego de la chimenea, es No. Si quiero ir al Sélect, es No. Si quiero ver una buena película, no quiere ir tan lejos y me lleva al cine del barrio, el Alesia, donde me aburro y tengo que aguantar las pulgas"

"Henry me sacrifica en cada cosa que necesita. Vivir con él y depender enteramente de él significaría mi muerte como individuo, como artista, como mujer, como todo. Sólo Hugh me mantiene viva y Henry sólo me ha dado lo que da la pasión, la posibilidad de entregarse una misma. Pero detrás de esa entrega a Henry está la muerte. Por lo tanto: la aventura".
"El otro día, cuando se jactaba de su feliz estado de despreocupación, de inconsciencia e irresponsabilidad, de vivir en el mundo como un niño sin preocupaciones de ninguna clase y decía «me siento tan feliz», no tuve más remedio que decirle: «Sí, pero no haces felices a los demás. Por eso perdiste a June». Dijo entonces que lo que yo quería decir realmente era «por eso me perderás». Después se puso enfermo, como para pedirme que me quedara con él. Pero me siento endurecida, sola y desilusionada. Henry dijo: «No creo que nada pueda ir mal entre nosotros. Todos los que dan algo al mundo causan también grandes sufrimientos. Yo soy uno de esos». Henry vive de acuerdo con las leyes de su ego y, por consiguiente, yo he de hacer lo mismo"

Anïs Nin