Una vez le dije que no se sacrifique tanto y se sonrió tímido. Con su mirada afectuosa característica me dijo algo ásí como que "el sacrificio nos salva". Esa misma noche hablamos de los lugares oscuros, los suyos los conocía tanto y de un modo tan humano que tenía la lucidez de componer para aclararnos a todos. Se incomodaba frente al elogio pero se regodeaba con los abrazos, lo recibía con todo su cuerpo diminuto, apoyaba la cabeza en el hombro y entonces toda la brillantina quedaba sobre la ropa.
De esos tiempos a hoy pasaron 10 años aproximadamente.
Hoy llegó la noticia: murió Toto y a ninguno nos sorprende del todo pero sí nos duele.
Lo primero que pensé fue en todos los que nos conocimos por él, los que hoy seguimos siendo amigos. Toto fue gurú de una época hermosa.
La tristeza y la gratitud tienen la misma inmensidad.
Con amor lo despido, lo pienso, lo escucho y así lo recordaré.