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Don Aldo, que se presentaba como "ateo pero atento, por algo soy de San Lorenzo", se sentaba justo al lado mío en la Platea Norte del Nuevo Gasómetro. Iba acompañado por su mujer y sus dos nietitos, y creo que durante los dos años que compartimos ubicación no hubo ni una sola tarde sin contarme esto en el entretiempo. Anoche soñé con él, sentados en una cancha vacía y en silencio, yo vestida como estaba vestida ayer, y ahí él me lo volvía a contar. Gracias a Dios y a Don Aldo, donde sea que esté cada uno.
Resulta que una gran tormenta amenzaba a un pueblo y tuvieron que evacuarlo. Mientras el pueblo se vaciaba, los bomberos se encontraron con un tipo que no quería abandonar su casa.
"Esto lo hice yo, acá pasé mi vida, la de mis hijos, todo esto es mío, Dios sabe el esfuerzo y me va a ayudar como siempre lo hizo, y si esto lo construí una vez, voy a poder levantarlo una y mil veces pero va a ser siempre acá porque acá lo elegimos hace 40 años". Los bomberos intentaban explicarle que el panorama no era alentador y que lo mejor era dejar ya el pueblo para poder organizarse con los vecinos, pero el tipo no quiso dejar la casa. Los vecinos pasaban y querían convencerlo o ayudarlo llevándole alguna cosas, pero no había caso. Pérez los terminaba tratando tan mal que todos se finalmente se iban deseándole lo mejor pero pidiéndole que recapacite.
La tormenta avanzó y dejó bajo el agua toda la planta baja y el tipo tuvo que subir al segundo piso. Van los bomberos nuevamente en un bote a buscarlo, con una escalera que se la dejan justo en la ventana desde donde Pérez miraba todo. Pero no hubo caso, dio la misma respuesta.
La situacióm empeoró y también cubrió el segundo piso. Ya en el techo, llegan de nuevo a buscarlo en un helicóptero, esta vez explicándole que ya no pueden garantizarle volver por él porque la situación es extrema y tienen que dejar definitivamente el pueblo y contener con todas las fuerzas a los evacuados que esperan en el pueblo de al lado: el tipo repite lo mismo, "Dios me va a ayudar, si lo construí una vez, voy a poder levantarlo una y mil veces...". Obviamente lo tapa el agua y muere.
Cuando llega al cielo entra a los gritos puteando a Dios, al que acusa de estafador entre otras cosas. Hace tal escándalo que finalmente Dios lo recibe en su oficina y luego de dejarlo hablar, de escuchar sus quejas y reclamos, Dios le responde "Pérez, todo genial, pero ud es un tipo adulto y también un pelotudo que nunca vio que la ayuda llegó, y más de la cuenta, más de la que pude haberle ofrecido a cualquier otro porque no podía creer tan poca sensibilidad y fe, porque la fe es justamente todo lo contrario a lo que ud entendió. Le mandé primero a los bomberos para que pueda retirararse con tranquilidad y salvando gran parte de las cosas, después la escalera y un bote ya un poco apurados y por último un helicóptero en situación extrema, y cada vez que ud decía que no, mandábamos más agua para extremizar la situación y hacerlo despertar. Qué culpa tengo yo de su poca visión y de la manera en la que eligió creer en mí? Vaya Pérez, descanse ahora, la próxima vida va a dedicarla a aprender a ver y a escuchar, ya sabiendo que los indispensables son los que ayudan a eso sin obligarlo a que lo haga, porque nadie salva a nadie si uno no quiere salvarse pero, si decide hacerlo, es mejor siempre hacerlo con la gente que inspira a ver un poco más allá".
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